
La provincia de Corrientes atravesó una de las semanas más críticas del año a causa de intensas lluvias registradas entre el 24 y el 28 de diciembre, que provocaron inundaciones, anegamientos y la evacuación de cientos de personas en distintos puntos del territorio provincial. Las precipitaciones, que en algunos sectores superaron ampliamente los promedios históricos, pusieron en tensión los sistemas de desagüe y obligaron a desplegar operativos de emergencia.
De acuerdo a los registros meteorológicos y a informes oficiales, en varias localidades se acumularon más de 500 milímetros de agua en pocos días, con picos diarios que superaron los 200 milímetros. Esta situación derivó en calles y barrios completamente anegados, cortes de energía, suspensión de actividades y serios inconvenientes para la circulación vehicular.
En la ciudad de Corrientes, los barrios más vulnerables fueron los más afectados por el avance del agua. Al menos unas 270 personas debieron ser evacuadas y trasladadas a centros habilitados en escuelas, clubes y espacios comunitarios, mientras que cientos de familias recibieron asistencia social, colchones, alimentos y elementos de primera necesidad. Desde el Municipio y la Provincia se desplegaron cuadrillas para tareas de drenaje, limpieza y contención.
El impacto del temporal también se sintió con fuerza en localidades del interior como San Luis del Palmar, Empedrado, El Sombrero y zonas rurales cercanas al río Riachuelo, donde el desborde de cursos de agua obligó a evacuar familias y asistir a más de 200 personas. En algunos casos, la crecida afectó caminos rurales y complicó el acceso a parajes y establecimientos productivos.
Durante esos días, el Servicio Meteorológico Nacional mantuvo activas alertas amarillas y naranjas por tormentas fuertes, con lluvias intensas, actividad eléctrica y ráfagas de viento. Las autoridades advirtieron sobre la saturación del suelo y el riesgo de nuevas inundaciones ante la persistencia de las precipitaciones.
Desde Defensa Civil señalaron que, si bien la situación comenzó a estabilizarse hacia el final de la semana, el monitoreo se mantuvo de forma permanente. Además, se recomendó a la población extremar precauciones, evitar circular por zonas anegadas y colaborar con las indicaciones de los equipos de emergencia.
El episodio volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad hídrica de amplios sectores urbanos y rurales de Corrientes, así como la necesidad de reforzar obras de infraestructura, desagües pluviales y políticas de prevención frente a eventos climáticos extremos, cada vez más frecuentes en la región.